Codicia (cambio de género)

Juan siempre había sido codicioso. Desde pequeño pedía más caramelos, más tiempo para jugar con sus primos, más regalos. No era culpa de él, sino de sus padres que nunca le supieron decir que no. Sin embargo, sí es culpa de él no haber aprendido y continuar con su codicia aún de mayor con sus negocios y parejas.

Eso lo llevó a que, cuando una amiga le contó que fue a una bruja para conseguir saldar todas sus deudas, Juan no dudara ni un segundo para pedirle el contacto y arreglar una cita cuanto antes. La primera vez, debido a su escepticismo, pidió encontrarse un monto pequeño de dinero en la calle. A los dos días se cumplió. Sorprendido, se encontró nuevamente con la mujer numerosas veces pidiendo cada vez más y más cosas siéndole fiel a su naturaleza de no conocer el límite.

En el momento que pidió casas, ser dueño de las empresas más poderosas y conseguir fama, la mujer le advirtió que no siguiera porque llegaría el momento en el que se dejaran de cumplir sus pedidos. Juan no escuchó y continuó pidiendo fama y dinero. Todo colapsó cuándo, después de aburrirse de todo eso, quiso ser más irresistible para conseguir a cualquier mujer. Aunque se le advirtió que ese tipo de cambios no se podían pedir, la negación causó que Juan deseara aún más conseguir eso.

Luego de una semana y media, Juan se despertó, se bañó rápidamente porque se sentía muy cansado sin poder abrir del todo  los ojos, y al momento de lavarse los dientes no solo se percató que no tenía lugar dónde poner el cepillo en su boca, sino que entendió porque no había podido abrir del todo los ojos en la mañana. No solo no se había vuelto más irresistible sino que perdió cualquier facción en su rostro. O tal vez eso fue lo que lo convirtió más irresistible siendo que ahora ya no podía expresar su codicia.

Comentarios