En primera persona (cambio de género)

Todos conocen al hombre que vive en la calle sin final pero no cualquiera puede sentarse a hablar con él. Por eso es que mi familia se sorprendió cuándo les conté que se me acercó a hablarme esa mañana.

-Sé que escribís, quería saber si podes escribir sobre lo que me pasó.

Accedí para conocer la historia de ese rostro que llama a los ojos a detenerse en él para después volver a su lugar previo con un tono tímido y arrepentido de haber girado a mirarlo.

-No siempre fui así, esto se dio de esta manera por una cirugía mal hecha hace años. Un perro me mordió en la cara cuando era muy chico y aunque en el momento fueron unas heridas que con el tiempo iban a sanar, cuando crecí me causaron problemas en la respiración por lo que decidí someterme a una cirugía para enmendarlo. El doctor me dijo que era algo que había hecho muchas veces y que iba a tener seis meses de recuperación y después se iba a ver mejor de lo que estaba en ese momento. Imaginarás mi sorpresa al despertarme en esa habitación de hospital, solo, a la madrugada, sin poder abrir bien los ojos y sentirme ahogado en lo que después me dijeron era mi propia sangre. El doctor nunca había hecho una cirugía parecida y causó que la nariz pierda totalmente su función. Me sometí a varias cirugías años después para tratar de que se vea parecida a cualquier nariz que ves por la calle. En eso, otro doctor mal llamado profesional, decidió autónomamente “arreglar” la nariz utilizando piel del resto de la cara. Tras cientos de operaciones y mala praxis, casi no puedo abrir la boca, la nariz ya no existe y mis ojos van dejando de funcionar.

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