Recuerdos de tragedias

Domingo 22 de enero a las 9 horas del día. Lo único agradable de esa mañana era la temperatura qué, gracias a un viento proveniente del sur, la ciudad gozaba de una baja de temperatura después de una larga semana con temperaturas que llegaron a los 40 grados. 

Un auto había chocado contra un árbol durante la madrugada. Las cuatro adolescentes se encontraban ya hospitalizadas y sólo una había despertado hasta ese momento. Dos agentes de la policía ya se dirigían para hacerle unas preguntas sobre lo sucedido. Primero, las de manual; ¿Quién iba conduciendo?,  ¿A qué velocidad iba el vehículo?, ¿Estaba la persona que manejaba bajo la influencia de drogas o alcohol?, ¿Iba la persona utilizando el celular? Sofía entendía el porqué de esas preguntas, y a pesar de sentir un dolor muy agudo en el cuerpo, contestó las mil y una preguntas que las distintas personas uniformadas le hicieron a lo largo del día. Finalmente, Sofía comenzó a contarles lo que se acordaba. En pequeños pedazos, separados uno del otro, aquellas personas que la escucharon tuvieron que juntar los hechos y formar la historia final de lo ocurrido. 

Empezó hablando del principio de la noche. Antes de salir para el boliche se había juntado en la casa de otra de las víctimas del choque para vestirse, maquillarse y tomar un poco de alcohol. Como había sufrido un fuerte golpe en la cabeza, Sofía recordaba algunas cosas pero otras no, entonces trataba de describir lo más que podía los detalles. Dijo que vio en el reloj antiguo en la cocina de la casa de Luna que eran las 2.30 de la mañana cuando salieron. A los minutos, estaban por una avenida ancha de la ciudad cuando de pronto se les cruzó un perro por la izquierda, que al ser negro, no lo vio a tiempo por lo que pudo a penas esquivarlo para no atropellarlo. Pero al girar el volante tan violentamente, el auto se dirigía sin control hacía la derecha del camino dónde se encontraba un masculino, que confundieron con un chico de no más de 10 años por su estatura. Sin embargo, se trataba de una persona enana, quién, Sofía recordaba, se encontraba cortando lo que supuso sería su cena, un sándwich de milanesa, con un cuchillo afilado mientras trataba de advertirles de su presencia al grito de "¡Cuidado!". Al tratar de volver al camino, el volante fue girado a la izquierda, pero a tan alta velocidad ya fue imposible controlar la dirección del automóvil por lo que terminó cómo lo encontraron esa mañana, chocado contra un árbol. Lo último que recuerda Sofía antes de despertar en el hospital fue haber podido recuperar la conciencia en el auto solo para ver el espejo retrovisor destruido. 

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